sábado, 25 de diciembre de 2010

"Lo que me queda por vivir", de Elvira Lindo



Editoriales Seix Barral y Círculo de lectores, ambas en 2010. 234 páginas.

Elvira Lindo me sorprendió, y mucho, cuando publicó "Una palabra tuya" en 2005. Una novela de hondura sicológica sobre la vida de dos jóvenes que viven en el umbral de la marginalidad. El buen recuerdo de esta novela me indujo a leer "Lo que me queda por vivir".
La protagonista es una mujer, una madre joven con su hijo que lleva mal la separación o el abandono del marido por una amiga (algunos tópicos se han colado en la trama), los intentos interminentes de él por recuperar la relación, los anhelos por canalizar hacia alguien su evidente necesidad de afectos.
Ha aprovechado su experiencia en la vida real, porque la protagonista ha sido locutora de radio, como Lindo , y triunfa como escritora de guiones en televisión. Fantástica y divertida la parodia sobre el comienzo de las televiaiones privadas. Ello le permite perfilar un panorama del mundo laboral de la tele cutre y zafio, como imaginábamos, al servicio de la audiencia.
La recuperación de personajes del pasado, como el de la tía soltera, lleno de verismo, tiene tintes de hermoso homenaje. La conversación con su amiga Marisol, la guapa que se quedó en el pueblo, comprendiendo ambas lo que no se dicen, es una muestra del talento literario de Lindo.
La historia de una mujer que arrastra una pena de orfandad, una mujer de hoy, independiente, lista, luchadora y muy vulnerable al mismo tiempo, cargada de trabajo, frágil por su incapacidad para retener a alguien a su lado que le aporte la estabilidad.
Elvira Lindo conoce los sentimientos femeninos y tiene una gran capacidad de observación, se nota que reflexiona sobre ellos y los transmite bien, y las relaciones de las madres con sus hijos, llenas de misterios, ansiedades, secretos imaginados, unidos, en su caso, por una necesidad deprotección mutua y de cariño muy fuerte.
La novela se lee bien, pero no supera la anterior.

martes, 7 de diciembre de 2010

"Verano", de John Coetzee




Ed. Mondadori, 2010                 
255 páginas. 18,90 €

Acabo de terminar este inclasificable libro. En la contraportada el editor habla de autobiografía pero bien podría tratarse de una novela. Lo que está claro es que Coetzee, ese hombre tan serio, frío y distante, nos muestra su lado más humorístico, el que, tras la lectura de "Desgracia", "Elizabeth Costello" y "Hombre lento", por ejemplo, daba casi por supuesto que no tenía. Nos presenta a sí mismo, al futuro premio Nobel, nada menos, cuando tenía unos treinta años, como un ser pacato, incapaz para enfrentarse a la vida como un hombre, con poca gracia con las mujeres, solitario, rarito y lo hace con ese estilo de escritor de los grandes.
Me ha encantado la ingeniosa estructura de la novela (porque, está claro que, para mí, es una novela): se trata de cinco entrevistas a cuatro mujeres y un hombre que conocieron a Coetzee en esa época y tuvieron influencia sobre él. Las entrevistas las efectua un estudioso de la figura del Nobel, una vez muerto éste, y, a través de ellas, Coetzee imagina la proyección de su persona en otros y la opinión que éstos tuvieron sobre él. Se vale de inteligentes preguntas y hábiles respuestas para mostrarnos su pensamiento sobre su literatura, hace la observación de que, de alguna manera siempre ronda el tema recurrente de que la mujer no se enamora del hombre, tal vez queriendo explicarse su experiencia. Las mujeres entrevistadas manifiestan la incapacidad de sintonizar con él en la intimidad y, sin embargo, "vive de escribir informes sobre la intimidad, porque eso son sus novelas". También su relación con la realidad sudafricana, como hombre blanco, llegando a definirse como un fatalista antipolítico y como conservador cultural.
Un capítulo delicioso es el de Adriana, magnífico personaje, una brasileña madre de dos hijas, una de ellas, la más guapa, alumna de inglés de Coetzee. ¡Cómo se divierte el autor burlándose de sí mismo a través de ella! Consiguió que me riera a carcajadas.
En las notas finales aparece la mente de Coetzee en estado puro: su irritación ante la perspectiva de la muerte del padre o, lo que es peor, a tener que cuidarlo.
Un libro a tener muy en cuenta, candidato a releerlo dentro de un tiempo.

lunes, 29 de noviembre de 2010

"El tiempo mientras tanto", de Carmen Amoraga


Finalista Premio Planeta 2010

Ed. Planeta, 2010.

La trayectoria literaria de la escritora valenciana Carmen Amoraga ha sido ascendente y a velocidad de cohete. Se dio a conocer en 1997 con “Para que nada se pierda”, novela en torno a una madre y una hija (tema al que vuelve con la que ahora comentaré) que poseen el don de predecir la muerte. Ganó el Ateneo Joven de Sevilla y se mostró ante el público como una voz nueva de original frescura, en la estela del realismo mágico, dotada para tratar los sentimientos y con un curioso sentido del humor. Este libro me cautivó y desde entonces la he seguido como lectora. Después publicó “Todas las caricias”, en la misma onda pero con menor capacidad de sorpresa. “La larga noche” supuso un cambio de registro, al decidirse por la novela realista sin más y abandonar la influencia de García Márquez. En 2007 fue finalista del premio Nadal con “Algo tan parecido al amor” sobre las relaciones obsesivas de dependencia respecto a los hombres de tres amigas demasiado inseguras. Sirva esta introducción para enmarcar el universo literario de Amoraga, ceñido a las relaciones afectivas en el entorno de la familia, la amistad y el amor. “El tiempo mientras tanto” se mantiene fiel a esta temática.

Comienza con esta frase: “La mujer que va a morir y no lo sabe, o quizá sí, tiene los ojos cerrados, el cuerpo rígido, las manos abiertas, los dedos extendidos”. Se trata de María José, una mujer sin suerte, que está en coma tras sufrir un accidente. El relato empieza con el desvelamiento del final, tomando una estructura circular en la que María José, inmóvil en el hospital, ocupa el lugar central al que van acudiendo las personas que tuvieron importancia en su vida: su madre Pilar, su padre Paco, su amiga Marga, se ex marido Joaquín.

Un coma que dura varios meses, preludio de una muerte segura, es una situación trágica que causa inmenso dolor, conmoción, sensación de irrealidad y desespero, y provoca, también, en las horas de compañía al lado de la moribunda, la inmersión en el recuerdo, el análisis de la relación de cada uno con ella e, incluso, el balance crítico sobre la existencia personal. Despierta las conciencias. Surge la culpabilidad, la impotencia ante el tiempo agotado, lo que, a su vez, incrementa el sufrimiento. De esto trata “El tiempo mientras tanto”, un título metafórico y adecuado, aviso de que, en cualquier circunstancia, el tiempo, tasado e inconmovible, sigue consumiéndose. Una historia triste (o varias historias tristes), humana, que evidencia la complejidad del individuo, la lucha titánica que tiene lugar en el interior de cada cual entre lo que siente y lo que manifiesta, lo que quiere y lo que consigue, la alegría que aparenta y las frustraciones que soporta, haciendo hincapié en la tendencia al empecinamiento en el error o abulia para cambiar de rumbo que es lo mismo que la desidia para reconocer ante otros el fracaso personal.

A los personajes mencionados, todos con la fatalidad y la infelicidad a cuestas (se echa de menos alguna persona que haya acertado en las decisiones esenciales de la vida), se añaden Cleopatra y Goomba, dos inmigrantes llegados a España con la ilusión del progreso y maltratados por el sistema, elementos circunstanciales que actuarán aportando otros puntos de vista y alguna oportunidad de redención.

Estamos ante la novela de madurez de Carmen Amoraga, por el tema que aborda –dolor, muerte, desamor- y la riqueza de pensamientos que va volcando a lo largo de sus páginas. No falta el humor agridulce y el erotismo, como la escena en la que Paco ve el pecho de la joven Cleopatra en el espejo brumoso del baño a través de la puerta entreabierta, muy lograda porque mezcla el deseo con una reflexión sobre las relaciones con su mujer ante la hija en coma como único testigo.

Novela de pocos personajes que comparten por igual el protagonismo y sobre cuya personalidad y conducta profundiza la voz omnisciente que nos cuenta sus vidas, con una prosa limpia, diálogos vivaces y escenario valenciano. Invita a la reflexión, otro ingrediente del placer de leer.


Reseña publicada en POSDATA, suplemento cultural de LEVANTE-EMV, el 03.12.10.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

"Tiempo de vida", de Marcos Giralt Torrente


“Tiempo de vida”,

de Marcos Giralt Torrente.

Ed. Anagrama, 2010

200 páginas. 17,00 €

En febrero de 2007 falleció el pintor Juan Giralt, padre del autor de este relato, atrapado en un período de desafecto oficial y comercial hacia su obra, tras conocer el éxito entre 1960 y 1980. Calculo, por los datos biográficos de la contraportada, que Marcos Giralt Torrente habría cumplido 39 años y, tras un tiempo de desconcierto creativo, sintió la necesidad de escribir sobre la relación con su padre, tal vez porque fue, desde los siete años y hasta pasados los treinta, escasa, obsesiva, y fuente permanente de reproches e incomprensión.

Abordar un tema tan personal y, sobre todo, exponerlo al público, tiene un gran mérito -le ayuda el hecho de carecer de hermanos- y aunque en alguna entrevista ha expresado que no cree en la literatura como terapia, es indudable que sacar fuera los conflictos internos y diseccionar, para intentar comprender, al principal causante de los mismos, debe haberle supuesto un alivio.

Este relato comienza con los recuerdos de la nostalgia infantil, adolescente y ya de adulto, debida a la ausencia del padre y la queja constante por su falta de atención unido al derecho a exigir lo que no se le ha dado. Motivos más que suficientes para abrir una enorme herida entre padre e hijo y un abismo de incomunicación. Pero a mí me ha interesado más la segunda parte, cuando la historia da un giro provocado por la enfermedad mortal del padre inmerso ya en la etapa de decadencia. Aquí el relato transmite la voluntad de ambos de luchar contra corriente, unidos, para, en el escaso tiempo de vida que el cáncer permita, recuperar el mucho tiempo perdido entre ellos. Ese año y medio antes de la muerte del padre, está lleno de voluntad de perdón, desesperación, ternura, complicidad. El autor describe con detalle el esfuerzo descomunal que le supuso atender a su padre, un auténtico desvivirse. Nadie importa en este libro más que él. No aparecen nombres propios. La segunda esposa del padre, por ejemplo, es mencionada como “la mujer que conoció en Brasil”, un hecho sintomático, porque la tal mujer, en cuanto a maldad, nada tiene que envidiar a la madrastra de Blancanieves.

“Tiempo de vida” tiene mucho de expiación, de exorcismo, de desahogo íntimo, y de homenaje filial hacia un padre recuperado y un artista con talento tratado con poca justicia. Está escrito con frases cortas, directas y resulta ágil. Además, con este libro, el lector, a través de la escritura reflexiona sobre la muerte y aprende a vivir, todo a la vez, como en alguna ocasión el Nobel Coetzee definió la esencia de la literatura.

miércoles, 13 de octubre de 2010

La novela "Dublinesca", de Enrique Vila-Matas













Ed. Seix Barral, marzo 2010, 1ª edición.

325 páginas. 19,00 €.

Me ha ocurrido algo curioso con la lectura de Dublinesca: me lo he pasado muy bien, contiene cantidad de pensamientos inteligentes, rezuma ingenio y buen humor, está maravillosamente escrita y, sin embargo, no tengo la seguridad de haber entendido lo que nos quiere decir. No es extraño, porque algo parecido me sucedió con el Ulysses de James Joyce (libro que conseguí terminar de mayorcita y a la tercera intentona), al que Vila-Matas homenajea, y en el que se inspira, con este texto sutil y divertido (bastante más que el de Joyce), en el que mezcla géneros, pues es una novela con más de un ensayo en su interior.

El relato pivota en torno a Samuel Riba, y es de justicia destacar el trabajo extraordinario realizado en el diseño de este personaje que consigue acaparar la ternura y tolerancia de los lectores. Riba, con todos sus defectos, resulta encantador. Debió ser un bicho de cuidado en su época de editor prestigioso, culto, con un catálogo de primera, con poder auténtico e influencia entre las élites culturales, pero la novela comienza cuando ha cumplido los sesenta, ha perdido la editorial y está jubilado. Convertido en un hikikomori -o autista informático- cascarrabias e inactivo, vive instalado en una atmósfera de fin de trayecto. Reflexiona sobre lo que ha sido su vida de editor, de los que todavía leen, al acecho siempre del descubrimiento del autor genial, frustrado por no haberlo encontrado, obsesionado por volver a Nueva York, el centro del mundo, y no morirse de pena, capaz de organizar un viaje a Dublín para tener algo que contar a sus padres (porque es hijo único y los visita cada miércoles), temeroso de Celia, su mujer recién convertida al budismo. Riba es vulnerable y, al mismo tiempo que se compadece de sí mismo y pide compasión, se las ingenia para obligarse a entusiasmarse con la vida e incluso siente nostalgia por el pasado no vivido.

El viaje a Dublin, con el pretexto de organizar un funeral por el fin de la era de Gutemberg o de la buena edición literaria (frente a la pujanza de la era de Google), coincidiendo con el Bloomsday, permite a Vila-Matas, no sólo darnos una interpretación de los pasajes fundamentales de la obra de Joyce (más fresco y llevadero que los habituales académicos), sino una teoría sobre los lectores con talento, el oficio de editor y el de escritor, temas siempre presentes en su obra (véase otros títulos como “Extraña forma de vida”, “París no se acaba nunca” o “Bartleby y compañía”) y evidenciar una vastísima cultura libresca, transmitiéndonos incluso las emociones de sus lecturas, extensible al mundo del arte en general que el tono disparatado de la novela lo aleja de cualquier viso de pedantería. También contiene un análisis pesimista del mundo actual, de una sociedad que avanza a pasos agigantados hacia la estupidez (“todo se está acabando. No queda otra cosa que una gran masa analfabeta creada deliberadamente por el Poder, una especie de muchedumbre amorfa que nos ha hundido a todos en una mediocridad general”, pag. 178).

La novela, narrada en tercera persona, desde el interior de Riba, desvela la percepción íntima de la tragedia de envejecer, la prueba de que la vida es un proceso de demolición en el que los principales golpes proceden de uno mismo al comprobar que ya no se es quién era.

Si Joyce en Ulysses relató las peripecias de Leopold Bloom durante un día, Vila-Matas relata las de Samuel Riba, con similar crueldad irónica, durante tres meses (mayo, junio y julio que dan título a las tres partes de la novela), tal vez porque comparte con el primero que la vida es una sucesión de trivialidades, carece de sentido y luchar contra la melancolía es hacerlo por la supervivencia.

Extraña novela que no deben dejar de leer.

jueves, 7 de octubre de 2010

¡HURRA POR VARGAS LLOSA!

Por fin ha llegado el Nobel para uno de los más grandes escritores en lengua española. Les ha costado, pero han hecho justicia, porque de Vargas Llosa se pueden decir muchas cosas, se puede discrepar de sus posiciones ideológicas, mientras es imposible negar el talento literario que hay detrás de su obra.
"Pantaleón y las visitadoras", "Conversaciones en la catedral", "La casa verde", "La guerra del fin del mundo", "La tía Julia y el escribidor", "La fiesta del chivo", por citar las que más me han gustado, son novelas que pasarán a la Historia de la Literatura, por su complejidad estructural, por la fuerza de la prosa, la personalidad de los personajes, el sentido del humor y de la tragedia.
Hoy es un gran día y, como lectora, la noticia me ha llenado de felicidad.

jueves, 16 de septiembre de 2010

"LAUSANA", de Antonio Soler










Ed. Mondadori. 201 páginas. 17,90 €

Descubrí a Antonio Soler en 1996 con “Las bailarinas muertas” (Ed. Anagrama, Premio Herralde), una novela que me encandiló (por las historias que cuenta y por cómo lo hace). Más tarde, en 1999, leí "El nombre que ahora digo", una novela con la que ganó el premio Primavera y en 2004, “El camino de los ingleses”, un título que se recuerda más porque Antonio Banderas rodó una película inspirada en ella y porque fue Premio Nadal. Sin embargo, ni de lejos consiguió impactarme de la forma que lo había hecho “Las bailarinas muertas”. “Lausana” es su última novela publicada que me decidí a comprar tras leer varias críticas elogiosas y, sobre todo, por el recuerdo de aquella novela (mítica para mí).
“Lausana” es un monólogo mental que mantiene consigo misma Margarita, una mujer mayor, resentida, que observa, recuerda y hace balance de su vida mientras viaja en tren, de Ginebra a Lausana, para visitar a su hijo. La construcción de la novela resulta metafórica: estamos en tránsito, subimos en una estación y bajamos en otra, sin dejar huella, nuestro asiento será ocupado de nuevo por otra persona que tampoco dejará huella, nuestra vida discurre entre vías fijas de las que es casi imposible escapar, por eso todos somos inocentes a pesar del daño que nos causamos a nosotros mismos y a los demás, incluso queriendo ser buenos. Los títulos de los capítulos se corresponden con los nombres de las estaciones.
Soler da unas breves pinceladas sobre los orígenes de Margarita y Jesús, su marido, al que conoció como empleado en la empresa de su padre, el Fresador Vila, para centrarse en lo que fue la obsesión de Margarita, los casi siete años que duró la relación adúltera de Jesús con Susanne, una atractiva violinista que tiene lo que a ella le falta. El autor se mete en la piel de una mujer poco agraciada que nos habla en primera persona y nos cuenta la infidelidad de su marido desde la perspectiva de su sufrimiento y capacidad de resistencia. Una mujer corriente, que siente vergüenza, humillación y, sobre todo, miedo a perder lo que tiene y cuya estrategia de resistencia consiste en fingir, no hablar de ello, ni permitirle a él sacar el tema, aguantar en silencio animada porque la cobardía de él y su falta de carácter le impedirán abandonarla. Un análisis de los celos, el dominio dentro de la pareja y la convivencia.
Hay páginas llenas de inspiración y buen humor, como la boda de Maribel con el hermano de un suicidado dos meses antes, que tiene tanto de ceremonia de boda como de funeral. Otras, llenas de tragedia, como esa masturbación desesperada de Margarita con 40 años descubierta por su hijo pequeño. Sarcásticas e interesantes las atribuciones de Margarita -una mujer que se encuentra mejor conforme empieza la decrepitud de las guapas de su edad- al resto de compañeros del tren.
Antonio Soler es un buen prosista y resuelve las situaciones con ingenio. La novela, realista y creíble, se lee con interés, desliza conclusiones inteligentes sobre el comportamiento humano, tan ajeno a la libertad cuando el deseo se mete por medio, pero no ha colmado las expectativas que había puesto en ella.

lunes, 6 de septiembre de 2010

"El animal piadoso", de Luis Mateo Díez














Ed. Círculo de Lectores, SA/Galaxia Gutenberg, 2009

349 páginas.


De Luis Mateo Díez había leído La piedra en el corazón, La ruina del cielo y El reino de Celama, dejándome todas ellas el sabor de la buena prosa y de una literatura personal, ajena a las modas, que me infunde un gran respeto.

Con El animal piadoso, el autor regresa al escenario de Celama, esa comarca imaginaria que incluye las poblaciones de Armenta y Ordial, donde parece que el tiempo trascurra más despacio y el lenguaje, y los nombres propios, recuperan la sonoridad castellana y el sentido profundo de la existencia. La atmósfera de Celama no propicia la frivolidad y, sin embargo, bajo la neblina calmosa, el silencio rumoroso del río y el orden de sus calles, bullen extraños misterios que dan cobijo a relaciones clandestinas, delitos y sospechas.

Samuel Mol, el protagonista de esta historia, ha sido Comisario de policía y se encuentra jubilado, con poco tiempo de vida por delante y demasiadas horas libres para perderlo. Vive solo, dialoga con amigos muertos, busca consuelo en la confesión a través de un sacerdote sordo, carece de afectos. La visión de una persona, sospechosa de saber más de lo que contaba en un caso de doble asesinato acaecido catorce años atrás y no resuelto, perturba su realidad, aviva el espíritu detectivesco del profesional que fue y, también, la conciencia de culpa por el trabajo mal terminado. Sin pretenderlo, acuciado por el pasado, “ese tiempo que está detrás de nosotros y nos empuja sin que podamos verle la cara”, huyendo de uno mismo, reactiva el caso, recorrerá los lugares de Armenta relacionados con los crímenes y encontrará a un autor que mató movido por la rabia, “uno mas entre la culpa de tantos...” que sólo le moverá a la piedad, tal vez, buscando el perdón para sí mismo.

Una novela muy introspectiva que escarba en los recuerdos, en los sueños y lo que éstos mezclan, con una escritura, al principio, deslavazada y que desorienta al lector, hasta que comprende que la realidad de Samuel Mol la conforman personas vivas y fantasmas que entran y salen de escena, reflexiones, autocrítica y trances de ensimismamiento. Gana fuerza conforme avanza la lectura hasta conseguir unas páginas finales estremecedoras. No es una sorpresa la identificación del asesino (calificar sólo de policíaca a esta novela supone una infravaloración), pero sí el diálogo entre ellos, lleno de inteligencia y pieza literaria inolvidable.


jueves, 26 de agosto de 2010

"Bilbao-New York-Bilbao", de Kirmen Uribe


Editada por Seix Barral (2009) y Círculo de Lectores (2010)
Traducida del euskera por Ana Arregi.
191 páginas.
Premio Nacional de Narrativa 2008.

El autor explica las pretensiones de este libro: "hablar de tres generaciones distintas de una familia, sin volver a la novela del siglo XIX" (pág. 128). La familia es la suya, asentada en Ondarroa. Ése "sin volver a la novela del XIX" significa que la metodología se concreta en la narración fragmentaria de pequeñas historias de individuos de cada generación. El autor ha escogido a su abuelo, su padre y su madre.
Tal vez aquí se encuentra la mayor debilidad del texto, pues la novela del siglo XIX, excelente cosecha, por cierto, se caracteriza por una estructura sólida, análisis sicológico de personajes, un argumento con inicio, desarrollo y desenlace, en fin, lo que se entiende por una novela.
"Bilbao-New York-Bilbao" es un texto que tiene mucho de anecdotario de los personajes mencionados y recopilación de hechos y leyendas, algunas muy hermosas, sobre el mundo marinero y rural de la sociedad vasca. Pero el hilo argumental, el viaje en avión desde Bilbao a New York resulta endeble, las observaciones realistas sobre el aeropuerto, el avión, etc. innecesarias, y la reproducción sistemática de la información recogida en pantalla sobre latitud y longitud y otras variables de los sitios por los que va pasando el avión, artificiosa.
A pesar de ello, o quizás gracias a su innovadora estructura, el texto se mantiene, respira sinceridad, amor a su familia y a la tierra, la lengua y la cultura vasca y consigue que el lector lo comparta. Algunas páginas son emotivas y aporta reflexiones atinadas y siempre originales. Es ameno y se lee con gusto, pero no está justificado, en mi opinión, el Premio Nacional de Narrativa 2008.

jueves, 19 de agosto de 2010

Nueve relatos cortos de Antonio Tabucchi


Publicados por Ed. Anagrama y Círculo de Lectores en 2010, con el título "El tiempo envejece deprisa".

Desde que leí "Sostiene Pereira", una novela que sigue pareciéndome una obra maestra, tengo a Antonio Tabucchi como uno de los mejores escritores contemporáneos.
Los relatos recogidos en este libro que comento, de 151 páginas, contienen la inteligencia, fantasía y elegancia del autor. Protagonizados por hombres maduros, supervivientes, algunos de ellos, a las grandes tragedias del siglo XX, con un papel preponderante de la memoria y con una mirada llena de dignidad hacia el final que intuyen próximo. Asombra cómo transmite la belleza de la naturaleza, la sensualidad de algunos recuerdos, la nostalgia por un mundo perdido.
Me han gustado especialmente los titulados "Nubes", "Entre generales" y "Yo me enamoré del aire". Este último, pura poesía.
Un libro pequeño, que no pesa, manejable e ideal para llevarlo contigo y leerlo en cualquier sitio.

jueves, 12 de agosto de 2010

"La noche de los tiempos", de Antonio Muñoz Molina


Ed. Seix Barral, 2009

958 páginas.

El argumento de esta novela es tan viejo como la literatura: el amor obsesivo entre un hombre casado y con dos hijos, que ya ha cumplido los cuarenta, hacia una mujer joven, libre, hermosa, americana, universitaria y fascinante para cualquier español en 1936. El valor añadido surge al situar el arranque de esta historia en Madrid, semanas antes del comienzo de la guerra civil. La guerra y el amor darán un vuelco en la vida, hasta entonces apacible y llena de éxitos, de Ignacio Abel. La primera le convertirá en un escéptico y, superado por las circunstancias, el amor le proporcionará la coartada para su deserción.

Con estos elementos, Muñoz Molina, construye una enorme novela. Destaca la creación del personaje principal, Ignacio Abel, hijo de una portera y un maestro de obras que, con grandes sacrificios consigue ascender en la escala social. Obtendrá el título de arquitecto y se casará con una burguesa. Se mantendrá leal a los principios republicanos, al partido socialista y al sindicato UGT, mientras descubre la seguridad, el confort y los placeres que otorgan el dinero y el prestigio. Será siempre un desclasado y una persona sospechosa para ambos bandos en la contienda española. El lector conocerá su infancia, la relación con sus hijos y su mujer, su dedicación al trabajo y la pasión imprevista y absorbente hacia Judith Biely y los efectos que ésta última tendrán en su conducta. Descubrirá su desenvoltura para mentir y justificarse descuidos familiares, su nueva dependencia sexual y la capacidad para llevar una segunda vida. La noche de los tiempos nos relata una historia de amor, desde que surge hasta el comienzo de su desvanecimiento, y lo hace magistralmente, demostrando el autor, un conocimiento profundo de la conciencia humana.

Madrid y las convulsiones de julio del 36 son, a su vez, la otra pata que sostiene la estructura de la novela. Porque el autor nos muestra el ambiente prebélico y de desánimo generalizado por la marcha de la República, las pistolas, los tiros en las calles, los asesinatos selectivos e impunes, la falta de autoridad del gobierno, la engañosa publicidad revolucionaria, la responsabilidad de los que no quieren ver lo que se avecina y no hacen nada por evitarlo, o la de aquellos intelectuales, como Bergamín, que justificaban los excesos.

El texto tiene mucho de ajuste de cuentas, especialmente, con los intelectuales y artistas de izquierdas. Aprovechando la relación ficticia del protagonista con los habitantes de la mítica residencia de estudiantes (la novela se nutre de personajes ficticios y otros que existieron), Muñoz Molina, desde su perspectiva de hombre hecho a sí mismo de origen humilde como Ignacio Abel, se permite hacer una crítica inmisericorde de Dalí, rico y déspota como Picasso, de Alberti y María Teresa Leon viviendo como artistas de cine costeados por el gobierno, de Salinas que acumulaba cátedras, encargos y queridas, de Lorca, un autor de éxito que se vanagloriaba de ganar muchísimo dinero. Incluso María Zambrano y sus “tés, de los domingos a los que acudía gente de catadura dudosa”, es objeto de sus dardos. Tan sólo se salva la figura de Juan Negrín, científico metido a político, bon vivant y generoso, de cuyos labios surge el análisis más lúcido y demoledor de la realidad española del momento, de su partido político y de las contradicciones de la República, despachadas en la barra de un bar ante unas cervezas y una fuente de marisco. No tienen desperdicio y me sorprendió que me resultaran tan actuales.

Una novela que le cuesta arrancar, o se me hizo morosa al principio para cobrar mejor ritmo conforme avanza. Y una curiosidad: ¿algún lector podría explicarme quién es el relator? El texto suena al de una voz omnisciente -ve todo lo que ocurre en la novela sin ser visto por ninguno de los personajes- que, sin embargo asume, en ocasiones, la primera persona (pág. 11, 812, 825, 954) y hasta se permite fantasear. Parece deducirse (pág. 575) que es alguien nacido veinte años después de que acaecieran los hechos que cuenta pero, ¿quién es?

La novela da para mucho más que este breve comentario y es buena, muy buena, hace pensar y desmitifica las revoluciones, "porque todas son iguales cuando se trata de matar". Una lectura más que recomendable.


lunes, 19 de julio de 2010

El dios de madera, película de Vicente Molina Foix




Vicente Molina Foix es un estupendo novelista (ahí está "El abrecartas", publicada por Anagrama en 2006 como botón de muestra) y un intelectual al estilo renacentista, capaz de aproximarse y arriesgar en cualquier disciplina artística. Es también poeta, dramaturgo, cronista de viajes (su última aportación a la revista El Viajero de El País sobre Jordania era fascinante), colaborador de prensa y, además, guionista y director de cine. El dios de madera es su segunda película. Tuve la fortuna de poder asistir a un pre estreno en Valencia la semana pasada. Disfruté mucho porque la película está rodada en esta ciudad, que es la mía, tratando los escenarios urbanos escogidos (barrio de la Seu, la moderna Ciudad de las Ciencias) con enorme cariño e ironía. Además, las cuatro historias que cuenta y entrelaza tienen carga emotiva, son literarias, reflejan con acierto la soledad del individuo en el mundo moderno, la insatisfacción de los españoles con una rutina sin afectos y la de los inmigrantes ilegales, nostálgicos de los suyos y dispuestos a lo que sea por conseguir la integración. La relación que se forja entre una viuda próxima a los sesenta y todavía de buen ver, su hijo gay, un negro senegalés atractivo y bonachón, y un vivales marroquí, es, ciertamente, singular, muy rara aunque posible, en la que cada uno, a su manera, da y recibe en una instrumentalización mutua a varias bandas, consentida, generosa y egoísta que da pie a escenas de gran dramatismo y a otras cómicas.
Me acompañó mi sobrino, un chaval de 16 años, cinéfilo empedernido que, precisamente , quiere ser director de cine. Me gustó después hablar con él de la película, le pedí una opinión y me la envió por escrito. La reproduzco aquí porque contar con un crítico cinematográfico tan joven es un lujo para este blog.
Yo les sugiero que vayan a ver la película al cine.
María


"El dios de madera".
Director y guionista: Vicente Molina Foix. Intérpretes: Marisa Paredes, Jacobo Echevarría, Madi Diocon, Soufiane Ouaarab. Drama, 2010.

El segundo film de Vicente Molina Foix, después de Sagitario, contrapone la lucha de dos jóvenes inmigrantes ilegales por sobrevivir en nuestro mundo, con la cómoda y frustrante vida de una viuda burguesa y su hijo homosexual. Resalta la disección de la doble moral de cada uno de los personajes, todos con un lado oscuro que, en apariencia, es más visible en los protagonistas españoles, buscadores de afecto, que por parte de los imigrantes, aferrados a esa relación con la madre y el hijo como vía de obtener documentos de residencia. Marisa Paredes sostiene la película, tanto con sus dramáticos primeros planos como con su sentido del humor naturalísimo, y consigue situar la relación con el negro senegalés por encima de la manida aventura señora mayor con joven en dificultades. Entre los actores destaca Soufiane Ouaarab, el marroquí bisexual que mantiene una relación con el hijo. Sus apariciones son una bocanada de aire fresco para un film que más de uno calificará de transcendental y serio, porque ayudan a rebajar la tensión. La película, de 116 minutos, adolece de exceso de metraje y, compactándola, obtendría una agilidad que agradecería el espectador. En definitiva, un film con peso que no no se queda en lo superficial y ahonda en unas vidas que, estando a nuestro lado, vemos de lejos y de las que apenas conocemos nada en absoluto.
Víctor Devesa García-Lliberós *
*Director del corto "Otro punto de vista", en http://www.youtube.com/watch?v=maDM0lyyFGg

viernes, 16 de julio de 2010

"Sombras de mariposa", de Guillermo Galván


Ed. La Esfera de los libros, 2010.
784 páginas.

Según explica el autor en una nota final, esta novela se inspira en un documento antiguo conocido como "La crónica de Manoseca", escrito hacia el siglo VII y depositado en la biblioteca de la abadía suiza de San Gall.
Manoseca era el apodo de Wilya, sobrino de Leovigildo y primo de Recaredo, ambos reyes godos entre 569 y 601, testigo directo, como consejero de la Corte, de los acontecimientos más relevantes ocurridos en la época.
Aunque en la portada del libro, junto al título, aparece la frase explicativa "la epopeya de Leovigildo, rey de los godos", el libro sobrepasa en el tiempo este período y alcanza al de su hijo Recaredo despertando, precisamente, estas páginas gran interés así como la semblanza de este joven rey, convertido al catolicismo trinitario por cálculo estratégico y empeñado en extender su conversión a la totalidad de sus súbditos. Un rey cruel, tirano, ambicioso, de un nacionalismo excluyente, intolerante, que dio demasiado poder a los obispos y puso los pilares de los grandes males de nuestra historia. Un personaje que llega a resultar antipático al lector pero no por ello menos atractivo.
Guillermo Galván es un escritor meticuloso en el uso de datos históricos y ha efectuado un grandioso trabajo de investigación. Se nota y se agradece. Sin embargo, el protagonista de esta novela no es ni Leovigildo ni Recaredo, sino Wilya, el personaje con mayor carga de ficción, cuya biografía instrumentaliza el autor, con habilidad, como eje narrativo principal. Al convertirlo en un héroe literario permite, en esta gran mentira contenedora de grandes verdades que es toda novela y en mayor medida la histórica, el desarrollo de una vertiente fantástica. Amenas e interesantes resultan las ceremonias de iniciación a las que se somete para vencer el miedo, la vanidad, la codicia y el desaliento, de las que saldrá fortalecido el espíritu guerrero y la capacidad reflexiva de este ser con deficiencias físicas. Y no menos simpatía producen sus amores románticos, imposibles o a destiempo que perturbaron su existencia. Un testigo perfecto para, a través de él, hacernos llegar la grandeza de Leovigildo, como estratega (desvió el curso de un río para sitiar una ciudad en su guerra contra su primogénito Hermenegildo) y como administrador de justicia, y la ambición desmedida de su hijo Recaredo.

Una novela bien escrita que hará las delicias de aquéllos que gustan aprender con la lectura, además de disfrutarla.

martes, 29 de junio de 2010

Patricio Pron y "El comienzo de la primavera"





Editorial Mondadori, 2008. 241 páginas. XXIV Premio Jaen de novela.

Esta sorprendente novela merece más de una lectura. Al principio, durante bastantes páginas, me sentía desconcertada, atrapada en una trama confusa y fascinante que me impedía ver claro y, al mismo tiempo, me acuciaba a continuar leyendo. Vislumbré la luz en las espléndidas páginas (107 y 108) en las que describe un hermoso lago helado que parecía idílico, con gozosos patinadores que desconocían que debajo de la superficie había un basurero anegado de agua maloliente, o esas otras más espeluznantes en la que un conserje de universidad mantiene encerrados en un sótano una multitud de conejos ciegos y hambrientos que se devoran entre sí. Metáforas de la sociedad alemana una vez acabada la segunda Guerra mundial y renaciendo de sus cenizas.

Martínez es un argentino que pretende traducir al español las obras del anciano Hollenbach y viaja a Alemania para entrevistarse con él. Un asunto que irá complicándose y le obligará a desplazarse, en tren, por distintas ciudades siguiendo siniestras huellas, conociendo a oscuros personajes que en algún momento del pasado tuvieron que ver con el considerado como uno de los más importantes filósofos coetáneo del nazismo.

El relato es una especie de puzzle, de incursiones rápidas y precisas en distintos ambientes, de flashes sobre escenas concretas de la vida cotidiana, de retrocesos al pasado, de interpretaciones individuales de una memoria selectiva que desea olvidar. En algunos momentos Martínez recuerda un detective ingenuo que es lanzado como una pelota de uno a otro con la única intención de que no alcance jamás su objetivo, y el ritmo y el tono de la prosa, así como el misterio que envuelve a los personajes contribuye a asemejarla a una novela negra, si no fuera por su mayor carga de profundidad. Porque El comienzo de la primavera nos habla de la complicidad de la élite de profesores universitarios con el nazismo, por motivos tales como conservar el puesto de trabajo, evitar ir al frente o salvar la vida de una esposa sin credenciales de raza. Sabían lo que estaba ocurriendo, nadie era inocente, por eso la culpa la arrastrarán sobre la conciencia. Nos habla también de la disposición del pueblo alemán para asumir la culpa colectiva y la mala memoria como individuos para la responsabilidad personal. Y lo hace poniendo el foco sobre la familia Hollenbach –el filósofo, su mujer, su hija y su suegro- y otras personas como el pintor con talento Pechstaedt, obligado a disolverse en lo anodino para sobrevivir, o la poderosa esposa de Göring, de soltera una actriz de medio pelo, de tan sutil inteligencia que programa con éxito la venganza futura de una ofensa privada a través del enaltecimiento público.

Una novela interesantísima, con una estructura diabólica que exige del lector la máxima concentración lo que, por otra parte, consigue por méritos propios. Está en la estela de la atractiva película La vida de los otros (2007), del director y guionista Florian Henckel von Donnersmarch, que trata el control ejercido por la policía política sobre los círculos intelectuales en la extinta RDA. Para algunos expertos en memoria histórica, y ante quienes afirmaban que con el fin de la RDA se acababa la anomalía alemana, ésta comenzó con la Reunificación. Ante la imposibilidad de comprender hechos inconcebibles que parecían una discontinuidad en la Historia, surge la alternativa de admitirlos como un producto de ella.


jueves, 24 de junio de 2010

LECTURAS PARA EL VERANO 2010









Esta lista de libros son los que me gustaría leer a mí. Sé que es larga y que no me dará tiempo, porque también quiero escribir, por eso os invito a que me vayáis diciendo si es acertada. Me he fiado de mi instinto, de la confianza que me ofrecen ciertos autores, de las reseñas y críticas en revistas especializadas y otros blogs, y de las opiniones de algunos amigos con buen criterio. De las que vaya leyendo iré colgando en el blog mis impresiones, y las vuestras si os animáis a participar.


1. Enrique Vila-Matas. “Dublinescas”. Ed. Seix Barral, 2010
Novela que, aparte de contarnos la historia de Riba, un editor jubilado, es un homenaje a esa gran novela del siglo XX que es “Ulises”. Los personajes se van convirtiendo en los personajes de Joyce, porque Riba va dibujando su propia historia a lo “Ulises”, que va cogiendo impulso para dar lo que llama “el salto inglés”. (Pedro Cremer, en http://elplacerdelalectura.blogspot.com.
Comentario más amplio en este blog, en la entrada La novela "Dublinesca", de Enrique Vila-Matas.

2. Antonio Soler. “Lausana”. Ed. Mondadori, 2010.
A partir de la imagen de "una anciana de unos 70 años que no parecía haber sido una mata hari", el autor crea un personaje, Margarita, persona resentida que esconde un rencor silencioso e intentará comprenderla. Décimo libro de este escritor, que ha ganado el Premio Herralde y el Nadal.
(Reseña crítica de este libro en la entrada "Lausana, de Antonio Soler", en este blog).

3. Isaac B. Singer. “La familia Moskat”. Ed. RBA y Ed. Mondadori, 2009.
La historia de la familia Moskat va desde principios del siglo XX hasta la entrada de los nazis en Varsovia en 1939. La novela es un gran fresco del mundo judío de Varsovia cuyo inmenso valor literario no desmerece del de crónica de una sociedad arrasada, como la de los judíos de Polonia.

4. Haruki Murakami. “De qué hablo cuando hablo de correr” Ed. Tusquets., 2010.
En 1982, Haruki Murakami decidió dedicarse en exclusiva a escribir y comenzó a correr. Al año siguiente correría en solitario el trayecto que separa Atenas de Maratón, su bautizo en esta carrera clásica. En este libro reflexiona sobre la influencia que este deporte ha ejercido en su vida y en su obra. Probablemente se trate de la obra más personal del escritor nipón, en la cual manifiesta sus opiniones sobre la literatura y sobre sus propias obras.

5. Anna Caballé e Isabel Rolón. “Carmen Laforet. Una mujer en fuga”. RBA, 2010.
Gracias a la labor de las autoras, el retrato de Laforet, de contornos confusos, toma forma y tras el enigma aparece una mujer en fuga permanente, desde su adolescente huida de Las Palmas hasta su maduro exilio en Roma. Una mujer distraída y vagabunda, sexualmente ambigua, con un talento innato para la escritura, preocupada por sus bloqueos literarios, observada por unos y por otros, necesitada de libertad, amante de sus hijos y refractaria a la publicidad de su vida. Una excelente biografía.

6. Carmen Laforet. “Siete novelas cortas”. Ed, Menoscuarto, 2010
Álvaro Pombo subraya en el prólogo que «la posguerra es el lugar de estas siete novelas cortas de Carmen Laforet, que me han recordado la intensa emoción con que leí Nada por primera vez». Una muestra de que el éxito de Nada no fue casual y ratifican la voz inconfundible de Laforet y su papel renovador de la narrativa española del siglo XX.

7. Herta Müller (Premio Nobel 2009). “Todo lo que tengo lo llevo conmigo”. Ed. Siruela, 2010.
En 1944 Stalin invadió Rumanía y derrocó al dictador Antonescu. Como primera medida, internó a los rumanos de origen alemán en campos de concentración para que “repararan” los daños causados en Rusia por los alemanes. Entre ellos, el poeta Oskar Pastior con el que Müller mantuvo íntima amistad, que se prestó a escribir a dos manos la historia de este gulag. Pero el poeta murió en 2006 y Müller decidió escribirlo sola. El resultado, este libro sobre la miseria de la cautividad, una obra mayúscula destinada a pervivir. (Extraído de una reseña de Javier López Iglesias, en www.hoyesarte.com)

8. Marcos Giralt Torrente. “Tiempo de vida”. Ed. Anagrama, 2010.
El autor se enfrenta a la muerte del padre. Reconstruye el tiempo de vida que compartió con él sin eludir las zonas de penumbra pero sin recrearse en ellas. Con una prosa hipnótica y concisa, la propia experiencia se transforma en experiencia de todos en este libro conmovedor que abraza y golpea un tiempo. Ni un homenaje ni un ajuste de cuentas, sino un intento de comprender la relación más compleja que cabe entre dos personas. (Extraído de la contraportada).
Reseña más amplia en la entrada en este blog del 4 de noviembre de 2010.

9. Antonio Muñoz Molina. “La noche de los tiempos”. Ed. Seix Barral, 2009
Trata de cómo eran los españoles y su sociedad en el tiempo de la República. Para ello Muñoz Molina toma como hilo conductor los amores de un arquitecto madrileño, Ignacio Abel, que en 1936 llega a Estados Unidos contratado por una universidad. Entre saltos temporales reconstruye la trayectoria de Ignacio: humildes orígenes, ascenso social, ideario socialista, matrimonio a la deriva y pasión por una chica americana y la convierte en el soporte literario de un impresionante fresco histórico coral. Equilibrio y ponderación, rigor intelectual y moral, compromiso ético propio de un humanismo progresista y coraje para ir al fondo de la vida hacen de la La noche de los tiempos una grandiosa novela, referente inexcusable entre las que se asoman con lucidez libre de maniqueísmos a entender la existencia humana, no sólo española, en el inhóspito mundo contemporáneo. (Entresacado de la reseña de Santos SANZ VILLANUEVA en El Cultural, de 20.11.09)
En la entrada "La noche de los tiempos", de este blog hay una reseña mía.

10. José Mª Guelbenzu. “El amor verdadero”. Ed. Siruela, 2010.
Estamos ante la mejor novela de Guelbenzu, uno de los mejores novelistas españoles de nuestro tiempo. Constituye la culminación de un ciclo novelesco que completa la crónica moral de una generación de españoles, la del autor, que despertaron a la vida en sus años universitarios, los 60, alimentaron ilusiones en la militancia antifranquista, protagonizaron la transición política en los 70 y 80 y quemaron esperanzas en los 90, asistiendo a las transformaciones sociales y políticas de una época manchada por la corrupción. (Extraído de la reseña de Ángel BASANTA en El Cultural, de 04.06.10)

11. J. M. Coetzee. “Verano”. Ed. Mondadori, 2010.
La tercera parte de la autobiografía novelada de J. M. Coetzee supone una vuelta de tuerca en la mirada distanciada del narrador sobre sí mismo. Si en Infancia y Juventud, las dos primeras entregas de estas memorias, Coetzee utilizaba la tercera persona para distanciarse de su propia historia, en Verano se ve desde la otra orilla. Muerto ya, recurre a la figura de un investigador que intenta reconstruir esa época del escritor a través de cinco entrevistas a personas que lo conocieron. Sus testimonios completan una imagen coherente y autocrítica que explora el límite de la escritura introspectiva y de la memoria. (Santos Domínguez, en http://santosdominguez.blogspot.com)
Hay una reseña más amplia en la entrada en este blog de diciembre de 2010.

12. Honoré de Balzac. “Papá Goriot (Le père Goriot)”. Ed. Cátedra y Ed. Planeta.
La tragedia de un hombre capaz de hacer lo que sea para que sus dos hijas sean felices y puedan cumplir sus caprichos. A cambio, se verá obligado a vivir alejado de ellas por deseo de sus yernos y a alojarse en la pensión de la señora Vauquer. Allí se convertirá en víctima de los falsos rumores del resto de inquilinos que lo tacharán de frívolo y “viejo verde”. Tan sólo Rastignac, un joven estudiante de Derecho que pretende introducirse en la alta sociedad parisién, se apiadara de él y le prestará su apoyo al enamorarse perdidamente de una de sus hijas.

13. Leonard Michels. “Los cuentos”. Ed. Lumen, 2010. 572 páginas.
Para los que no han descubierto a este autor, aquí tienen la oportunidad perfecta de experimentar ese raro y esporádico fenómeno de disfrutar de cómo un literal y literariamente desconocido se convierte en autor favorito e indispensable en cuestión de páginas (extraído de la reseña de Rodrigo Fresán, en ABC Cultural)

14. Patricio Pron. “El comienzo de la primavera”. Mondadori, 2008
Una novela sobre la conciencia oculta de la sociedad alemana, analizada a través de la mirada de un joven argentino que viaja tras la huella intelectual y vital del filósofo Hollenbach. Escrita magistralmente con una estructura endiablada que exige la máxima atención al lector. Como recompensa, la satisfacción será también máxima.
Podéis leer un comentario amplio sobre esta novela en la entrada Patricio Pron en este mismo blog.


15. David Grossman. “La vida entera”. Ed. Lumen, 2010.
Desgarradora historia de una madre y su hijo. Ofer, de veinte años, acepta formar parte de una operación militar especial, a lo cual su madre se opone. Tras acompañar a su hijo hasta el campamento, ella toma una determinación tan firme como extravagante: la de cruzar caminando el territorio israelí. Su decisión tiene un sentido, profundo y doloroso: mientras ella esté caminando, nadie se presentará en su casa para avisarle que su hijo ha muerto en combate. David Grossman nos cuenta la existencia de algunos seres extraordinarios incluso en su mediocridad.

16. Andrés Pérez Domínguez. "El violinista de Mauthausen". Ed. Algaida, 2009.
Novela histórica, de espionaje y policíaca, ubicada en 1940, que desarrolla su trama entre Berlín, el París ocupado y el campo de exterminio de Mauthausen.
(Sugerida por Salomé. Para aquéllos que queráis más información, leer el comentario de Salomé en esta entrada del blog.)

domingo, 20 de junio de 2010

Querido José Saramago, gracias y hasta pronto.

Descubrí la literatura de Saramago en 1999. Alguien me recomendó "El año de la muerte de Ricardo Reis" (Alfaguara) y le hice caso. La leí y ya en las primeras páginas percibí la calidad de una prosa que combina la sencillez con la maestría y la clarividencia. Ricardo Reis, médico y poeta, regresa en 1936 a Lisboa tras una larga estancia en Brasil. Desde allí, contempla el mundo, reflexiona y "siente" los aires fascistas que recorren Europa, incluida Portugal. Sufre la vigilancia de una sociedad cerrada y reprimida. Mantiene conversaciones inteligentes con el fantasma de Fernando Pessoa, amigo suyo, sobre la vida de acá y del más allá. Una novela sensacional que dejó huella en mi memoria.

A continuación leí "Todos los nombres", la historia de un disciplinado escribiente del Registro Civil. Un oscuro funcionario solitario cuya única afición es coleccionar noticias de gente famosa y cotejarlas con su datos del Registro, hasta que un día, una fascinación extraña hacia la ficha de una mujer desconocida, le impele a iniciar una investigación saltándose todas las normas. Una forma de luchar contra la rutina, el aburrimiento y la burocracia. Esta novela, no deja de ser un juego, pero un juego elaborado con maestría y amor.

"La caverna" (Alfaguara 2000) la califiqué, sin dudar, de una obra maestra. Cipriano Algar, su hija Marta, el yerno Marcial e Isaura, son los protagonistas de esta parábola sobre el mundo actual. Una familia humilde de alfareros que ha dejado de ser útil, porque el plástico ha desplazado a la loza, y que no se rinden ante las adversidades. Un lenguaje lleno de sentido común, poesía, humanidad, donde no faltan el humor y la filosofía. Es difícil encontrar una lectura más deliciosa y un análisis más lúcido de las nuevas formas de vida que impone el desarrollo tecnológico y comercial.

"Ensayo sobre la ceguera" la leí en 2001. Una epidemia de ceguera asola una ciudad. Sólo una mujer permanecerá indemne. Saramago penetra en el análisis del comportamiento colectivo ante esta situación de crisis. Aflorará lo peor del ser humano, su extraordinario egoísmo. La lucha por el poder, por la comida, por un lugar seguro, el deterioro rápido de las condiciones de convivencia, la pérdida de la dignidad. Un libro estremecedor e inquietante.

"El hombre duplicado" llegó a mis manos en 2004. Un individuo que descubre a otro hombre idéntico a él. La perturbación que le provoca le cambiará la vida. De esta novela destaco la prosa y las reflexiones sobre la intimidad humana, pero critico el desarrollo. Un argumento débil que alarga demasiado y resulta artificioso.

Saramago tiene la virtud de los grandes escritores de poseer un estilo propio, el estilo Saramago, que recorre todas sus obras. Un vocabulario rico, una prosa fluida, ideas claras que comunica con sabiduría, fuerza, convicción, compromiso y, por encima de todo, respeto a los lectores y amor a sus criaturas literarias.

En el plano humano, Saramago me ha despertado, siempre, una gran simpatía. Me gustaba su discurso respondón e incómodo con el poder, coheremte con su trayectoria, leal a sus principios, acompañado de su enorme humanidad y sencillez. Fue un hombre elegante, grande y accesible.

Murió el pasado 18 de junio. Hacía mucho tiempo que no sentía dolor por el fallecimiento de una persona famosa.
Como lectora, gracias, José Saramago, por las horas felices que me han proporcionado tus libros, por compartir tu pensamiento con los lectores,por el ejemplo de dignidad que nos has dado, por haber ejercido de intelectual en tiempos difíciles.
Te has ido pero aquí se ha quedado tu obra, al alcance de aquélos que amamos las palabras. Una oportunidad que no voy a desaprovechar.

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