jueves, 24 de enero de 2013

"La oscuridad de los sueños", de Michael Connelly


Traducción de Javier Guerrero.
Círculo de Lectores y Roca Editorial, 2012.
411 páginas.

      La novela negra está cambiando, adaptándose a la sociedad del siglo XXI e introduciendo en su trama las nuevas tecnologías. Ésta que les comento es un buen ejemplo. Permanecen algunos elementos básicos como la pareja protagonista: periodista de Los Angeles Times él, víctima de una regulación de empleo; agente del FBI ella; ambos los mejores, atractivos, inteligentes y con empatía sexual mutua. 
     Estamos ante una novela de asesino en serie, de esos que no aman a las mujeres, y que trabaja en equipo. Muertes escalofriantes de víctimas no elegidas al azar sino mediante sofisticados programas de rastreo informático. Una empresa que ofrece la máxima seguridad de custodia de archivos informáticos a sus poderososo clientes, ubicada en medio del desierto de Arizona, camuflada en el subsuelo, será el centro de operaciones de estos nuevos malvados. 
     La trama se narra de forma trepidante ayudados de ese flujo de información inmediata y la formidable capacidad deductiva de los investigadores.
    He aprendido mucho con la lectura, sobre todo, la necesidad de ser prudente con todo lo que dejamos en la red. Somos muy vulnerables ante los intrusos con decisión de lastimar a los usuarios. Una novela de enorme actualidad. De forma colateral aborda también los cambios en la prensa escrita, el sacrificio de los buenos profesionales por abaratar los costes y la consecuente pobreza informativa disimulada por la abundancia de datos, la impiedad de las empresas, los estragos de la crisis al otro lado del océano, el uso de la red como un interminable espacio de encuentro, también para los asesinos, de intercambio de técnicas y esa necesidad de gravar en video la tortura. La crueldad del siglo XXI puesta en evidencia.
     Una lectura que no da tregua y no admite el despiste. Aquí debe radicar el secreto de su éxito de ventas.
     Sin embargo, me he propuesto volver a Simenon (Tusquets está publicando sus primeras obras) y estoy segura que, sin ordenador, ni Ipod, ni nada de nada, me descubriré de nuevo ante el maestro. La profundidad sicológica de sus personajes no admite comparación.
     María García-Lliberós
  

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