viernes, 19 de diciembre de 2014

"Parece que cicatriza", de Miguel Sanfelíu.



Editorial Talentura, 2014.              

144 páginas.

12,98 €.

     De Miguel Sanfelíu (Tenerife, 1962) conocía su faceta de cuentista. Recuerdo con gusto Los pequeños placeres (2011), un libro que recoge 21 relatos breves en los que demuestra poseer talento para este género. Ahora nos sorprende, gratamente, con su primera novela, Parece que cicatriza, que toma como protagonista a Roberto Ponce, un joven que aspira a ser escritor porque ha idealizado la vida del escritor pero que se resiste a acometer la tarea de escribir.

     La primera parte de la novela cubre el año de plazo en que este joven soñador se ha impuesto para triunfar como novelista, un dato que muestra su absoluta ignorancia del sector. En ese tiempo se integrará en el ambiente de los bohemios fracasados, con alguna excepción, de los trasnochadores, bebedores, solteros, unidos por esa vocación de convertirse en artistas. Acudirá con asiduidad al tugurio “El cubo de la basura”, conocerá a Sonia de la que se enamorará permitiendo que le saque los cuartos, a Mendoza, un pintor que no llegará lejos, a Eladio, un poeta que conseguirá publicar un libro y a Sonny Hog, un cantante algo descerebrado que alcanzará el éxito. Nos encontramos en la España en la que todavía se pagaba en pesetas. Pero esos contactos no le harán perder su miedo al fracaso.

     Me ha gustado este comienzo y las reflexiones realistas que contiene sobre el oficio de escribir, el buen humor que destila, la frescura de la prosa para transmitirnos la atmósfera intelectual, canalla y nocturna de una ciudad como la nuestra, porque el autor, aunque canario, reside en Valencia desde tiempo y al lector de aquí no le costará identificar ciertos barrios del centro.

     La segunda parte arranca 25 años más tarde, cuando Ponce, padre de familia y oficinista, al ver una entrevista en televisión de Sonny Hog, ídolo de su hija, recuerda el pasado anterior al abandono de su sueño y a la resignación. Regresa al barrio, ahora en decadencia, fantasmagórico, ruinoso. Recupera el contacto con algunas de las personas que fueron importantes para él en aquel año lejano, y reflexiona en cómo las circunstancias cambian a lo largo de la vida. Comprende de golpe que no hará jamás cosas que ansió hacer en su juventud porque se encuentra atrapado en un engranaje que impone sus normas y del que es difícil escapar.

     Una novela intensa que escarba en las heridas que provoca la renuncia a los anhelos, a los autoengaños, incluso, que nos hicieron tan felices. Un texto que muestra el desgaste que produce aceptar la cotidianidad impuesta por una obligación, la de ser padre de familia, que permanece cuando ha muerto la pasión que la creó. Sentimientos muy próximos que, en algún momento de nuestra vida, nos han afectado a todos.

     Una historia sin dobleces y rica en matices, contada con un lenguaje sencillo y una prosa limpia que fluye con gracia.

           Reseña publicada en POSDATA, suplemento cultural de LEVANTE, el 19.12.2014

2 comentarios:

  1. Muchas gracias por esta reseña. Me alegra que te haya gustado el libro y agradezco mucho la lectura que has hecho de él. Un saludo.

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  2. A mí me gustó mucho la novela de Miguel, creo que has hecho una reseña excelente. Tuve el honor de presentarla porque Miguel es un gran escritor.
    Un abrazo María

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